과달루페 외방선교회 한국 지부

domingo, 19 de febrero de 2012

Día del Enfermo


Día 11 de febrero, día de la fiesta de la Virgen de Lourdes y día mundial del enfermo, designado desde 1992 por el Papa Juan Pablo II.

Desde siempre la Iglesia a buscado ayudar al enfermo de muchas maneras, imitando a su divino maestro quien se compadecía de los enfermos y sanaba a todos los que se le presentaban; los cuatro evangelios constan de 3,779 versículos de los cuales 727 hablan específicamente de curaciones de enfermedades físicas, mentales o de resurrección de muertos o sea un 19.2%. Se podría decir, citando al P. Angelo Brusco, que el cuidado de los enfermos constituye parte del DNA del cristiano. (Attraversare il guado insieme p.10).

Se acerca el día mundial del enfermo y es bueno reflexionar sobre nuestro servicio para el más necesitado de ayuda, quien por la enfermedad no puede desarrollarse como quisiera. Precisa nuestra ayuda. Como miembro de la Iglesia y como sacerdote debe uno tomar al enfermo como el centro de nuestra actividad, teniendo a Cristo como nuestro modelo. La Presbiterorum Ordinis 3 no habla de Jesús quien “vivió entre nosotros y quiso asemejarse en todo a sus hermanos, fuera del pecado”, su presencia fué íntima con la humanidad, de igual modo podemos afirmar que no podremos servir a los enfermos si permanecemos extraños a su vida y a su condición.

La Iglesia no puede permanecer inmóvil e indiferente ante los cambios del mundo que le rodea, cambios que influyen de mil maneras en ella y le imponen su marcha y sus condiciones (Cfr. Pablo VI Encicl. Ecclesiam Suam), de igual manera nosotros cuando vamos a servir a los enfermos tenemos que aceptar su marcha... en los pasillos del hospital se ve con frecuencia a los enfermos dando sus pasitos después de la operación o una enfermedad que los ha dejado semiparalisados, los acompaña al mismo paso, un familiar o cuidador quien tomándolo del cinturón por la parte de atrás de la bata del enfermo lo va cuidando y dándole confianza para que no caiga. Nosotros de igual manera tenemos que aceptar al enfermo en sus condiciones, su forma de pensar, sus problemas y preocupaciones y no podemos ir ante el enfermo con nuestras fórmulas prefabricadas, aunque sean tan buenas como el Padre Nuestro o alguna oración devota. No es porque nuestra fe y oraciones no tengan sentido en sí, sino porque el enfermo no está capacitado para recibirlas y entrar en sintonía con nuestra forma de pensar.

En una ocasión llegué con un enfermo quien después de la presentación se limitaba a decir sí a todos los comentarios que le ofrecía, al principio pensé que le estaba ayudando a ir superando su enfermedad pero después me dí cuenta que a todo me respondía que sí aunque le hacía comentarios que ameritaban otra respuesta... caí en la cuenta que no estaba preparado para recibir lo que yo le estaba dando, que por su educación me respondía que sí pero tal vez lo que quería era que lo dejara tranquilo en su reflexión e inquietudes.
Somos nosotros quienes al servir al enfermo debemos meternos en su periferia y atmósfera. Y esto no es cosa fácil. Pero es la única forma en que podemos vender nuestro producto que es el amor de Cristo. Morir a nosotros mismos para que ellos tengan vida. Recordemos en este día del enfermo que él es el actor principal y no nosotros, que es él el que va al encuentro de Jesús, nosotros también lo heremos en nuestro tiempo.
P. Ignacio Garza Evia MG
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El P. Ignacio Garza, MG trabaja desde hace años en la pastoral sanitaria en la Arquidiócesis de Seúl, anteriormente trabajó en varias parroquias dentro de la Misión, también en México en formación y en el gobierno del Instituto. El P. Ignacio llegó con el primer grupo de seminaristas a Corea a finales de los años 60.